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SEGUNDA PARTE: Temas De Discusion

CAPITULO VI - El Arrepentimiento

LA IMPORTANCIA DEL ARREPENTIMIENTO

¿Qué lugar debiera ocupar el arrepentimiento en su presentación del evangelio? ¿Es el arrepentimiento lo mismo que la creencia? ¿O es algo diferente? ¿Es importante que hagamos énfasis sobre el arrepenti­miento, o no debiéramos mencionarlo nunca durante esta época de gracia? ¿Qué significa realmente el arrepentimiento, después de todo? Estas son algunas de las preguntas que el ganador de almas debe abordar—y contestar—con respecto al tema del arrepentimiento.

Indudablemente, todos los hombres, desde Adán hasta el presente, han tenido que arrepentirse a fin de poder tener una buena relación con Dios. La importancia de esto es subrayada cuando nos damos cuenta de que los hombres de todas las épocas bíblicas predicaron el arrepenti­miento.

Juan el Bautista lo predicó (Marcos 1:15); el apóstol Juan proclamó su necesidad (Apocalipsis 2:5); Pablo predicó el arrepentimiento dondequiera que fue (Hechos 17:30; Hechos 20:21); y el Señor Jesucristo mismo hizo énfasis con vehemencia de que los hombres que rehúsen arrepentirse, perecerán (Lucas 13:3, 5). Por lo tanto, puede verse que el arrepentimiento es necesario para la salvación.

EL USO ERRONEO DE LA PALABRA

La cuestión es, ¿Qué SIGNIFICA la Biblia con arrepentirse, y cómo debiéramos explicar esto a los perdidos? El asunto de importancia, NO ES lo que el arrepentimiento HA VENIDO a significar a través de los siglos desde la época de Cristo, sino más bien—y esto es de SUMA IM­PORTANCIA—¿qué significaba dicha palabra CUANDO FUE EX­PRESADA por Cristo, Pablo, Juan, Pedro y otras personas de los tiempos bíblicos.

Si buscamos el significado de “arrepentirse” o “arrepentimiento” en un diccionario moderno, podremos encontrar definiciones tales como: “Pesarle a uno de haber hecho o haber dejado de hacer alguna cosa; lo que manifiesta el reo en actos encaminados a disminuir o reparar el daño de un delito; dejar de pecar y buscar el perdón.” Basándose es estas definiciones, los predicadores han estado muy ocupados, fervoro­samente tratando de hacer que los hombres dejen de pecar, o que por lo menos desarrollen un genuino pesar por los pecados cometidos. Sien em­bargo, ¿es ésta la tarea divinamente encomendada a los Cristianos—hacer que los hombres cambien su manera de vivir?

¡NO! Porque esta clase de predicación con frecuencia conduce a otra forma de santurronería o auto-reformación—y no a la salvación verdadera. ¿Debe un pecador dejar o renunciar al pecado para ser salvo? ¿PODRIA un pecador hacer tal cosa? ¿Logró hacerlo Ud.? ¿Ha dejado Ud. de pecar completamente? “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañarnos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).

Con tristeza debemos admitir que aparentemente nuestro erróneo uso de la palabra “arrepentirse” ha hecho muchísimo daño, y ha confundido a multitudes de personas. Debido al uso equivocado de la palabra “arrepentimiento” la gente en general se ha hecho la idea de que el Cristiano es la persona que no fuma, no bebe alcohol, no blasfema, no va al cine ni a los bailes, y tampoco hace nada que sea malo o inmoral.

Este negativismo ha cegado a las personas en cuanto al hecho de que un Cristiano es “uno con Cristo”—uno que, por medio de la fe, ha recibido a Cristo como su Salvador. Una vez que la persona tiene a Cristo, y al poder de Cristo en su vida, ENTONCES su comportamiento a menudo cambia. Pero dicho cambio o transformación es el RESULTA DO de que es un hijo de Dios, y no la CAUSA.

Ser bueno no es la manera en que uno se convierte en un hijo de Dios. Recordemos lo que Dios nos dice en Efesios 2:8, 9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Debido a que los predicadores se han tomado la libertad de propagar este error en la enseñanza del arrepentimiento, nuestras iglesias están repletas de gente “buena” y ‘santurrona, quienes dicen estar seguras de que son “Cristianos,” pero que cuando se les pregunta si van al cielo, la mejor respuesta que pueden darnos es: “Espero que sí.”

Dichas personas no tienen la confianza que viene de conocer a Cristo como Salvador personal. En cambio, están plagadas por la inseguridad que viene de tratar de ser buenas lo suficiente como para ganarse el cielo con sus propios esfuerzos.

Con demasiada frecuencia, esta idea de “yo debo ser bueno para ganarme el favor de Dios,” viene de hombres que creen en la Biblia, y quienes predican que uno debe “apartarse del pecado o quemarse en el infierno.” ¡Cuán trágico y triste es que tanto daño pueda ser causado por el uso erróneo de una palabra!

EL SIGNIFICADO CORRECTO DE “ARREPENTIRSE”

La palabra que en el Nuevo Testamento por lo general se traduce “arrepentirse” es la palabra griega metanoeo, y la palabra traducida “arrepentimiento” es la palabra griega metanoia. Estas dos palabras griegas tienen el mismo significado básico: “cambiar de idea o criterio; pensar diferente; reconsiderar.”

Por supuesto, si una persona reconsidera o cambia de idea — se arre­piente — con respecto a ciertos pecados en su vida, puede que ello le haga sentirse muy afligida, y quizás hasta abandone esos pecados exteriores particulares. Pero su aflicción y el abandono de ciertos pecados serían el RESULTADO de haberse arrepentido, no el arrepentimiento en sí.

Cuando Dios le dice a un perdido que se arrepienta, EL quiere decirle a dicha persona que cambie su criterio con respecto a cómo alcanzar a Dios, y que acepte la manera de salvación que DIOS le ofrece. Esa persona debe CAMBIAR SU MANERA DE PENSAR de cualquier idea de religión que pueda tener para salvarse, y debe confiar en el pago que Cristo ha efectuado por todo lo que haya hecho de malo.

EXPLICACION DE ALGUNOS PASAJES SOBRE EL ARREPENTIMIENTO

Lucas 13:1-5, “En ese mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís (cambiáis de criterio), todos pereceréis igualmente (es decir, como perecieron estos galileos). O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís (cambiáis de criterio), todos pereceréis igualmente.”

Tratemos de visualizar el cuadro. En este pasaje Cristo estaba hablándole a gente buena que creía en la vieja tradición de que las personas sufrían solamente a causa de sus pecados. Por consiguiente, llegaron a la conclusión lógica de que los que habían sido matados por Pilato y los que habían muerto bajo la Torre de Siloé, sufriendo una muerte tan horrible, debían haber sido grandes pecadores.

Cristo Jesús contradice lo que ellos están pensando (“pensáis,” vv. 2 y 4), y les dice a estos santurrones, que ellos necesitan cambiar de criterio y contemplarse a sí mismos como pecadores. El Señor NO les está diciendo que “dejen de pecar,” sino que deben reconocer que ellos son pecadores, de lo contrario perecerán en su propio fariseísmo.

Aunque uno no supiera nada de griego, es obvio que del pasaje en sí, el significado de “arrepentirse” aquí no puede ser “afligirse por el pecado o dejar de pecar.” Esta gente necesitaba, antes que nada, pensar diferente—en este caso—pensar de manera distinta acerca de ellos mismos, acerca de los demás y acerca de Dios.

Hechos 17:30, “Pero Dios, habiendo pasado por alto (o tolerado) los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan.”

Para entender lo que Dios quiere decir aquí con “arrepientan,” sólo necesitamos leer la última parte del verso 29 del mismo capítulo: “no debemos PENSAR que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.” En cambio, ¿qué debían pensar estos filósofos areopagitas? ¡Necesitaban CAMBIAR DE CRITERIO y ver que Dios es completamente distinto de la piedra! EL es el Magistrado Divino (v. 31), y está vivo (vv. 31, 32). Nuevamente, de acuerdo al contexto, el verdadero significado de “ar­repentirse” está claro.

Hechos 20:20, 21, “Y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.”

Nótese cuidadosamente, que en este caso la Biblia nos declara que debemos proclamar el arrepentimiento PARA CON DIOS. No hay nada aquí que infiera dejar de pecar. Pablo está dirigiendo sus últimas palabras a estos amados ancianos efesios a quienes él había guiado a Cristo Jesús. Anteriormente, ellos habían sido adoradores de ídolos paganos, (Hechos 19), y muy inmorales. No obstante, la predicación que Pablo les daba era que ellos necesitaban cambiar sus maneras de pensar con respecto a Dios.

Piense en el impacto que habría tenido sobre estos pecadores paganos la verdad de Romanos 5:8, “Mas Dios muestra (despliega) su amor para con nosotros, en que SIENDO AUN PECADORES, Cristo murió por nosotros.”

Recuerde que la palabra “evangelio” quiere decir “buenas nuevas.” ¿Le parece que habrían sido buenas nuevas para ellos si Pablo les hubiera dicho, “Mientras estábamos tratando de no pecar más, Dios trató de amarnos un... poquito,” o si no, “siendo... aún pecadores, Cristo murió por nuestros pecados pasados, y si dejamos de pecar ahora, y nunca pecamos más en el futuro, entonces Dios mostrará SU amor para con nosotros?”

¡No! Estos pecadores necesitaban saber que el Dios del universo les amaba aún en la condición que se encontraban. Necesitaban la confianza de saber que Dios no estaba requiriendo de ellos lo im­posible—que dejaran de pecar—sino simplemente que confiaran en Cristo yen el pago que EL hizo por los pecados de ellos, y así recibieran la salvación.

Las Escrituras después establecen claramente que Dios por cierto obró en sus vidas para traer aparejado cambios, pero esto tuvo lugar sólo DESPUES que ellos ya habían sido salvados (Efesios 2:10).

Hechos 2:38. “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el DON del Espíritu Santo.”

El Capítulo Nueve de este Manual explica la parte de este verso que trata del bautismo. Aquí nos concentraremos en la parte del verso que tiene que ver con el arrepentimiento. Una de las primeras reglas a seguir en el entendimiento de cualquier verso bíblico, es tener en cuenta el contexto. En el segundo capítulo de los Hechos, descubrimos que estos judíos incrédulos creían que los discípulos estaban ebrios (vv. 13. 15), y que Jesús era solamente un hombre a quien ellos habían crucificado (vv. 23, 36). Pedro les hace saber que los discípulos no estaban borrachos, sino que estaban bajo la voluntad de Dios (vv. 15-17), y que Jesús es el Cristo (Mesías) enviado por Dios, y que aunque los hombres lo crucificaron, Dios lo había levantado de los muertos (vv. 24, 32, 36).

Estos hombres judíos, habiendo sido rectificados en cuanto a los verdaderos detalles de los sucesos, “se compungieron de corazón (en griego, “pensamientos”), y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (v. 37). La respuesta inmediata de Pedro fue, “Arrepentíos...cada uno de vosotros ...para perdón de los pecados...” En la locura y el alboroto del día en que Jesús compareció ante Pilato, la multitud había gritado, “Crucifícale, crucifícale.” Entonces habían contemplado a Cristo Jesús como un hombre cualquiera y un alborotador. Mas ahora Pedro les dice que deben arrepentirse (pensar diferente) con respecto a Jesús y darse cuenta que EL es “Señor y Cristo” (v. 36), y que la salvación viene solamente por medio de EL (vv. 21, 38. 41). Esto, una vez más, es el arrepentimiento bíblico.

USANDO EL “ARREPETIMIENTO” AL TESTIFICAR

Si Ud. va a utilizar la palabra “arrepentirse” o “arrepentimiento” en su testimonio, deberá siempre explicar lo que realmente significa. Quizás pueda ilustrar el significarlo del arrepentimiento a través de su testi­monio personal, explicando que Ud. solía pensar que Dios odiaba tanto el pecado que EL lo odiaba a Ud. también: y que no fue hasta que Ud. escuchó el evangelio que comprendió que Dios le amaba y quería que Ud. fuera al cielo — siempre que esto SEA PARTE de su propio testimonio — y, habiendo... entendido el evangelio, Ud. comenzó a pensar diferente acerca de Dios. De esta manera, Ud. podrá hacer que la persona entienda el plan de la salvación... el oyente podría arrepentirse... y Ud. jamás tendría que preocuparse por si Ud. lo ha confundido o no mediante el uso de la palabra “arrepentirse.”

El objeto o la razón más importante en la tarea de testificar es guiar a una persona perdida, desde la condición espiritual en que se encuentre, hasta tener fe en Cristo como su Salvador. Ud. deberá esforzarse por que esto se logre de la manera más natural y afable posible. El usar ilustraciones explicativas en primera o tercera persona en su conversación es manera excelente de lograr los resultados que se desean, y en particular, en dar una explicación Escritural y adecuada de lo que es el arrepentimiento.

El Dr. William L. Pettingill, gigante de la fe Cristiana, lo explica muy bien en su libro, Bible Questions Answered (Preguntas Bíblicas Contestadas). Bajo Arrepentimiento y Salvación, página 215, él contesta la siguiente pregunta: “¿Qué lugar ocupa el arrepentimiento en la salvación? ¿Debiéramos decir a los perdidos que se arrepientan de sus pecados para ser salvos?”

“El Evangelio de Juan es el tratado evangélico del Espíritu Santo, escrito para que los hombres crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios: y que creyendo tengan vida eterna por medio de SU Nombre (Juan 20:31). Y no menciona la palabra ‘arrepentimiento.’ Pero esto es sólo porque el arrepentimiento es una parte de la fe salvadora. Estrictamente hablando, la palabra arrepentimiento significa un “cambio de criterio.” Esto de ninguna manera significa lo mismo que “tristeza” (II Corintios 7:10). Puesto que para el incrédulo no es posible convertirse en creyente sin cambiar de forma de pensar, por lo tanto, no hace falta decir nada al respecto. La única cosa que un hombre tiene que hacer para ser salvo es creer en el Señor Jesucristo: y creer en EL es lo mismo que recibirle a EL (Juan 1:11 al 13).”

Cualquier enseñanza que demande un cambio de conducta, ya sea hacia Dios o hacia los hombres como base para la salvación, no hace sino agregar obras o esfuerzos humanos a la fe; y esto contradice toda la Escritura y es un mensaje de maldición (Gálatas 1:8, 9; Deuteronomio 27:18). Le recomendamos que estudie el libro de Gálatas.

Recuerde que cuanto más parecido a la verdad es lo falsificado, más gente se verá engañada por el mismo. No se deje engañar por las imitaciones.

Así es, el Cristiano debe hacer todo esfuerzo para disciplinar su vida, poner a un lado todo peso, y los pecados que con tanta facilidad lo acosan, pero esto tiene que ver solamente con el SERVICIO CRISTIANO, lo cual sólo puede venir DESPUES de la salvación. La salvación siempre es un regalo, y no lo que hacemos nosotros mismos.

Hagamos que el mensaje de la salvación sea tan claro como nos sea posible de explicar. Si algo pudiera confundir a algún oyente, encontremos alguna otra manera de expresar la verdad para que sea tan clara corno el cristal—y no algo que confunda a los perdidos.

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (II Corintios 11:3).

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