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PRIMERA PARTE: La Salvación

CAPITULO I - El Mensaje: El Plan de Dios para la Salvación

Sería maravilloso si cada persona entendiera toda la Biblia. Hay numerosas doctrinas bíblicas que constituyen tópicos de conversación extremadamente interesantes. Pero al tratar de guiar una persona al Señor, le rogamos que recuerde que dicha persona necesita entender el plan de la salvación y nada más, hasta después que sea salva.

Dios nos dice que “…hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14). Los inconversos no pueden realmente comprender las enseñanzas espirituales porque no han nacido de nuevo y no tienen al Espíritu Santo interiormente que les enseñe todas estas cosas.

Dios quiere que los inconversos confíen en Cristo como Salvador per­sonal, y desea tratar con los perdidos y ayudarles a entender los versos acerca del plan de la salvación (Juan 16:7-11). Espere hasta que la persona sea salva antes de comenzar a hablarle con respecto a la consagración o cualquiera de las así llamadas “profundas verdades” de las Escrituras.

Lo que enunciamos a continuación ayudará a que una persona vea su necesidad de un Salvador, y se entere de cómo puede ser salva. Debido a las grandes diferencias en las instrucciones religiosas de la gente, cada persona no necesitará el mismo grado de énfasis sobre cada punto. A medida que Ud. explique el plan de la salvación a alguien, deberá estar atento para darse cuenta de cuáles son las áreas en las cuales dicha per­sona necesita una explicación más detallada.

Primeramente trataremos de la doctrina, y luego, a través de todo este Manual, discutiremos acerca de la presentación del evangelio de la Salvación.

***

1. DOCTRINA—Cada uno de nosotros es pecador, menos perfecto que Dios. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La Virgen María, el Papa, el Pastor o Sacerdote de su iglesia, sus padres, Ud. y yo—todos somos pecadores. “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20).

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras jus­ticias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento” (Isaías 64:6). Si Ud. compara su vida con las vidas de los que le rodean, podrá creer que Ud. es una buena persona; y de la manera que la sociedad actual considera lo que es bondad, Ud. podría serlo. Pero cuando Ud. compara aun sus mejores cualidades con las del Dios Todopoderoso, inmediatamente se da cuenta que Ud. no es tan perfecto como Dios. Nadie lo es. Una de las palabras que Dios usa cuando EL dice que nosotros “pecamos” es la expresión griega “hamartano,” que significa “no alcanzar la marca” Concordancia de James Strong, pág. 10, No 264, Diccionario Griego del A.T.). Nosotros no alcanzamos la marca de la perfección Divina.

PRESENTACION—Tenga cuidado de cómo Ud. le indica a un inconverso que él es pecador. Primero admita que usted lo es, y entonces él estará mucho más dispuesto a admitir que él es pecador. Una manera efectiva de hacerlo es decir, “Dios dice que todos son pecadores—yo lo soy, Ud. lo es, todos nosotros somos pecadores.” Algunas personas aso­cian el término “pecador” únicamente con los “bajos criminales.” Ex­plique que cuando la Biblia dice que somos pecadores, esto significa que las “buenas personas” también lo son, debido a que aun los buenos no son perfectos. Si se da el caso de que Ud. conoce que la persona incon­versa es muy moral, felicítela, pero muéstrele que ella aun así no es per­fecta a la vista de Dios (Isaías 64:6 y Santiago 2:10).

Mientras que nunca debemos actuar como “santos” ni insinuar que lo somos debido a la justicia personal, tampoco será sabio que nos vayamos al otro extremo. No se ponga a explicar de sus pecados pasa-dos (o presentes). No use frases como, “Yo solía ser un pecador, pero ahora soy salvo.” Todo creyente será siempre un pecador hasta que reciba su cuerpo glorificado. Cierta vez oí decir a una persona que no había pecado en tres años. El verso de I Juan 1:8 nos dice que, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”

Habrá ocasiones en que un individuo se sentirá que es un pecador demasiado grande para que Cristo lo pueda salvar. Para tal persona, una expresión efectiva es, “¡Dios no puede salvar a una persona buena!” (Las personas buenas no existen — ver Romanos 3:12). Cuando el oyente inconverso acepte que es pecador, no lo atormente hasta que se sienta “desprestigiado,” sino continúe con el siguiente punto que Ud. quiere que él vea en la Biblia.

(SIEMPRE mantenga el debate entre la Biblia y el inconverso, y no en­tre Ud. y el inconverso. El asunto no es que usted tenga las respuestas, sino que Dios tiene las respuestas. Evite referirse a “mi opinión; a lo que dice mi predicador; o a lo que acepta mi iglesia.” Indique siempre que, “esto es lo que la Biblia dice.”)

2. DOCTRINA—El resultado y la penalidad del pecado es la muerte—la separación de Dios. “Porque la paga del pecado es muerte. . .” (Romanos 6:23). El pago que uno recibe por el pecado es la muerte. El pecado no puede ser pagado mediante buenas obras, penitencias, afiliación religiosa, bautismo por agua, etc. El pecado es pagado con la muerte. Dios no odia al pecador, pero EL odia al pecado. Dios odia al pecado porque nos separa de EL. “En llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (II Tesalonicenses 1:8,9). Dios no quiere que estemos separados de EL (Isaías 59:2).

Exceptuando a las personas que serán arrebatadas en la Venida del Señor, todos los hombres morirán físicamente. El cuerpo vuelve al polvo, y el alma va al Cielo o al Infierno. Todos nacen muertos espiritualmente (Efesios 2:1). Nuestra alma está separada de Dios debido a que somos pecadores. Por esta razón Cristo dijo, “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Sólo mediante un nuevo nacimiento del Espíritu puede el hombre tener vida eterna. Si una persona muere sin haber confiado en Cristo como Salvador personal, su alma será separada de Dios, y finalmente será arrojada en el lago de fuego eterno. La Biblia llama a esto “la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14,15).

PRESENTACION—Para la mayoría de la personas será suficiente una simple declaración, tal como: “Dios nos ama, pero odia nuestro pecado debido a que la pena por el pecado es la muerte y nuestra separa­ción de EL.” En los capítulos que tratan de los Testigos de Jehová y de la Ciencia Cristiana, se incluyen instrucciones sobre cómo tratar con las específicas “enseñanzas de los cultos” que difieren de las Escrituras en cuanto a doctrina en particular. Cuando Ud. no perciba ninguna resistencia con respecto a este punto—y generalmente no tendrá oposi­ción aquí—continúe con el siguiente punto que deba explicar.

3. DOCTRINA — El cielo eterno será un lugar perfecto. El pecado no podrá entrar en él. El hombre debe ser perfectamente justo para ir al cielo. “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (II Pedro 3:13).

“No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27).

“Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti” (Salmo 5:4).

Este es el Cielo de Dios. EL lo ha creado (Génesis 1:1) Dios vive en él (Salmo 1 1:4: Salmo 115:3). Dios dice que en el cielo no habrá lágrimas, ni tristeza, ni dolor, ni muerte… (Apocalipsis 21:4), y Dios tiene el derecho de decir quiénes entrarán allí.

Si se permitiera la entrada de cualquier clase de pecado al cielo, la muerte estaría allí pues, como hemos visto, “…la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23).

No sólo debemos reconocer el hecho de que nosotros somos pecadores y necesitamos que nuestro pecado sea pagado antes de que podamos entrar al cielo, sino también de que este cuerpo que ahora tenemos no podría vivir para siempre de todos modos. Nuestro cuerpo envejecerá, se debilitará, enfermará y morirá. Este cuerpo nuestro no fue creado para vivir eternamente. En el mundo comercial a este fenómeno se le llama “desvalorización planificada.” Por eso es que nuestros automóviles, máquinas lavadoras, cortadoras de césped, etc., necesitan mantenimiento y reparaciones, hasta que finalmente se desgastan y dejan de funcionar.

Dios no sólo nos ofrece el pago de nuestros pecados para que nuestra alma vaya al cielo, sino que EL también nos ofrece un cuerpo nuevo, glorificado, que vivirá para siempre, completamente libre de pecado, enfermedad y muerte. Dicho cuerpo será como el cuerpo glorificado de nuestro Señor Jesucristo (Filipenses 3:21 y I Juan 3:2).

PRESENTACION—Cuando un inconverso se dé cuenta que es un pecador, y que con su pecado no podría entrar al cielo, entonces estará preparado para el próximo punto a explicar. Por lo general, una declaración como, “El cielo es un lugar perfecto y ningún pecado podría entrar en el cielo, puesto que cualquier pecado traería la muerte,” será suficiente.

4. DOCTRINA — Nada que el hombre pueda hacer le ayudará a obtener la absoluta perfección que Dios requiere para dar la vida eterna. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9). “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).

“Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Jesucristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16).

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia. . .” (Tito 3:5).

“CONCLUIMOS, pues, que el hombre es JUSTIFICADO POR FE sin las obras de la ley” (Romanos 3:28).

Si hay algo que está claro en las Escrituras es que el hombre se salva por fe en el pago total que Cristo ha efectuado por todo pecado, en la cruz, y nada más.

“Los esfuerzos de los hombres, no importa cuán buenos o bien intencionados, no tienen nada que ver con la salvación, ni antes ni después de la misma. La salvación es mediante la obra consumada por Cristo Jesús, y nada podemos añadir a dicha obra” (Declaración Doc­trinal del Colegio Bíblico de Florida, Artículo 6).

Las religiones son el producto del hombre. La palabra “religión” está compuesta por dos palabras latinas: “re” y “ligio.” La partícula “re” significa “volver,” y “ligio” significa “ligar.” Por lo tanto, la palabra religión infiere el significado de “unir otra vez.” Por consiguiente, las religiones son los esfuerzos de los hombres por unirse otra vez a Dios. Las religiones son inspiradas por Satanás. Satanás se com­place en confundir a los hombres haciéndoles pensar que de alguna manera pueden ganarse la vida eterna mediante las buenas obras. “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia….” (II Corintios 11:14, 15).

Por lo general, la gente piensa que Satanás es un personaje de cari­catura, con cuernos, cola, tridente, y traje de color rojo. Satanás no quiere que la gente conozca cuál es su verdadera apariencia.

El plan de la salvación no es una religión, sino el mensaje de lo que Dios ya ha realizado para traernos de vuelta a EL. Satanás ofrece una religión a los perdidos para que cuando los incrédulos la oigan, queden cegados para con la salvación. Cuando Ud. testifique, indique siempre que el EVANGELIO NO ES UNA “RELIGION.” No estamos hablando de la filosofías humanas, sino que estamos presentando la Palabra de Dios.

Sería aconsejable que con frecuencia indique que Ud. cree en la libertad de culto, sin persecuciones. Pero a pesar de esto, todos los líderes religiosos del mundo están muertos: Buda, Confucio, Mahoma, Mary Baker Eddy, Joseph Smith, etc. Sin embargo, el Señor Jesucristo está vivo! EL no está muerto! Y sería conveniente que los que deseen volver de los muertos presten atención al que volvió de la tumba.

Una de las cosas que una persona inconversa considerará más difícil de comprender es que uno no puede salvarse por las propias obras, y tampoco puede ayudar a Cristo para que le salve por las obras que uno haga, ni ayudar a mantenerse salvo mediante las obras personales. Esto es una de las cosas MAS IMPORTANTES que una persona debe creer… porque si la persona no cree esto, entonces no será salva. Dios nos dice que uno no es salvo por las obras personales, sino por la gracia mediante la fe. “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Romanos 11:6).

LAS BUENAS OBRAS PARA LA SALVACION ES LA MANERA EN QUE SATANÁS FALSIFICA LA GRACIA DE DIOS PARA LA SALVACION. ESTE DEBATE DE “GRACIA versus OBRAS” CASI SIEMPRE SERA EL PRINCIPAL ASUNTO CON EL CUAL UD. DEBERÁ TRATAR. A TRAVES DE ESTE MANUAL DISCUTIREMOS COMO VENCER ESTA BARRERA SATANICA.

Satanás no desea que los perdidos pequen. Satanás quiere que ellos sean personas cultas, bien educadas, agradables, de elevada moralidad, y religiosas. Todo esto es una propaganda mucho mejor para Satanás. De esta manera él les ofrece a todos un método “celestial” de ir al infierno.

En Mateo 7:21-23, Dios dice, “No todo el que me dice: Señor, Señor, Entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre (I Timoteo 2:3,4) que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Dichas personas trataron de alcanzar el cielo haciendo obras, y Dios llama a que eso PECADO. Cuando una persona se da cuenta de que aun lo mejor que probablemente pueda hacer, no será nada más que trapos de inmundicia a la vista de Dios (Isaías 64:6), entonces podrá ver la extrema tontería de creer que sus propias buenas obras podrían ayudarle a salvarse.

PRESENTACION—La manera de vencer esta falsa enseñanza, de que el hombre necesita hacer buenas obras para salvarse, es presentarle a dicha persona las inerrables declaraciones de la Palabra de Dios acerca de la salvación mediante la fe solamente, sin obras de ninguna clase. A veces Ud. sólo necesitará referirse a unos pocos versos. ¡Mejor así Pero otras veces, es debido a que la gente ha sido engañada tanto, y efectivamente ha sido casi cegada por alguna religión del tipo “haz el bien para ser Cristiano,” que Ud. tendrá que repasar una y otra vez los versos que indican claramente que la “salvación es por la fe.”

ALGO IMPORTANTE QUE DEBE RECORDAR No permita que la persona se salga del tema y cambie de conversación. Continúe Ud. con el evangelio. ¿Cuál es el poder de Dios para la salvación? Efectivamente, ¡el evangelio! Satanás tratará constantemente de obrar para desviarlo a Ud. del mensaje del evangelio.

Y si la persona insiste en que debe obrar para la salvación, muéstrele un verso como Efesios 2:8, 9 y deténgase en este verso. Pregúntele, “¿Cómo interpretaría usted. ‘NO POR OBRAS’—de que es por obras? Dios dice que ¡NO ES por obras!” Ud. descubrirá que la interpretación de la Escritura por parte del inconverso no será un problema, sino la creencia en la Escritura. Algunas personas simplemente no están dis­puestas a aceptar lo que Dios expresa a simple vista. Esto es llamar a Dios ‘mentiroso,’ y es tan serio que resultaría en que el incrédulo vaya al infierno.

5. DOCTRINA —Cristo Jesús efectuó el pago completo de todos los pecados y nos ofrece SU justicia. “Al que no conoció pecado (Cristo), por nosotros (Dios) lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El.” (II Corintios 5:21). Cristo nunca pecó. EL vivió una vida perfecta. Sin embargo. EL llevó nuestros pecados sobre SI MISMO y pagó por ellos. EL hizo todo esto para poder justicia de Dios en lugar de lo que merecemos por nuestros pecados.

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová (Dios) cargó en EL (Cristo) el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

Todos somos pecadores. Hacemos la que nosotros queremos hacer. Pero Dios permitió que Cristo llevara nuestros pecados sobre SI MISMO y pagara por TODOS ELLOS.

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18). Cristo fue EL JUSTO. Nosotros somos los pecadores. Pero EL vino al mundo, tomó forma humana, murió en la cruz, y resucitó de los muertos, para que nosotros pudiéramos vivir para siempre en el cielo con el Señor.

“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24). Cristo Jesús pagó nuestros pecados por SI MISMO. EL no necesitó ninguna ayuda. Nosotros estábamos muertos espiritualmente, a causa de nuestros pecados. Pero EL murió para que nosotros podamos vivir espiritual-mente, porque EL nos daría SU justicia. Nosotros hemos sido sanados porque EL recibió nuestro castigo.

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la circuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:13, 14). Nosotros—los creyentes—estábamos espiritualmente muertos. . . Pero hemos sido revividos espiritualmente cuando confiamos en el pago que Cristo efectuó en la cruz por nuestros pecados. Entonces EL nos perdonó todas nuestras iniquidades. Cristo puede perdonarnos porque EL llevó todos nuestros pecados y pagó por ellos. “Quien se dio a sí mismo por todos nosotros para redimirnos de toda iniquidad...” (Tito 2:14).

“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13:38, 39). El cumplimiento de la ley no podía salvarnos. Pero Cristo pagó todos los pecados. Por consiguiente, si creemos en Cristo, EL nos perdona y nos justifica de todo lo malo que hayamos hecho.

“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:10, 14). Es por la voluntad de Dios que somos hechos puros y santos porque Cristo Jesús se ofreció a SI MISMO por nuestros pecados. EL UNICO y SOLO pago efectuado por Cristo fue suficiente para todos los pecados, de todas las épocas, para todas la personas. Por esa SOLA ofrenda nosotros los creyentes somos hechos perfectos para siempre.

Somos purificados v santificados mediante SU muerte. Si Cristo no hubiera pagado totalmente por todos los pecados, nosotros no podríamos recibir la justificación, y EL no hubiera regresado de entre los muertos (Romanos 4:25). Puesto que la paga del pecado es la muerte, EL aún estaría en la tumba. Mas Cristo ha resucitado de los muertos, demostrando que Dios está satisfecho con el pago que Cristo hizo por el pecado.

¿Quién mató a Cristo? Los Judíos... los Romanos... Poncio Pilato... ¿Quién es culpable de la muerte de Cristo Jesús? El mismo Jesucristo dijo que nadie LE QUITABA SU VIDA. Oigamos SUS pala­bras: “... yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo ...” (Juan 10:17, 18). Yo soy tan culpable de SU muerte como cualquier otra persona. EL murió por mí. EL murió para pagar el precio de mi pecado.

¿Por qué vino Cristo al mundo? ¿Para vivir? ¿O para morir? “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar SU vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Un rescate es el precio que se paga para dar libertad a alguien en cautividad. Cristo murió para pagar el precio total de nuestro pecado y liberarnos de nuestro cautiverio en las consecuencias satánicas de nuestro pecado—la muerte espiritual. El pecado ha sido COMPLETAMENTE PAGADO — saldado en su totalidad.

¿De qué carecemos? Carecemos de justicia. Dios está esperando ansiosamente para darnos SU justicia. Dios otorga SU justicia a todo aquel que acepta el pago de Cristo por sus pecados... y EL da SU jus­ticia al momento que la persona acepta a Cristo (II Corintios 5:21). La justicia de Dios es dada solamente por la fe– nunca por las obras. (Leer Romanos 4:5-8; 4:22-24; 9:30-32).

PRESENTACION—Puesto que lo antedicho es el corazón mismo del evangelio, Ud. deberá repasar cuidadosamente todos los versos que enseñan que Cristo pagó por todos los pecados. Si al principio la persona no acepta la enseñanza de las Escrituras, reitere con los mismos versos, tratando de hacer que ellos sean tan claros para el oyente como sea posible. (Una manera de aclarar el plan de la salvación usando gestos manuales, especialmente sobre este punto, se explica e ilustra en el Capitulo 23.) Cuando la persona vea que “Cristo lo pagó todo,” entonces continúe con el siguiente punto que deba tratar.

6. DOCTRINA—Toda lo que una persona debe hacer para ser salva es CREER que Jesús era el Señor que pagó por todos sus pecados—RECIBIR a Cristo como Salvador personal. Dios otorga la vida eterna solamente a los que la aceptan únicamente por la fe.

Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Nótese que no es a los que tratan de obrar y ganarse la vida eterna, sino a los que creen.

Juan 6:47 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí TIENE vida eterna.” Cristo Jesús, quien nunca dijo una mentira, hizo énfasis sobre esta declaración diciendo: Verdaderamente, ciertamente, el que cree en posee ahora la vida eterna.

Juan 1:12 declara: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” La salvación siempre es RECIBIR. Nosotros no hacemos nada. Nosotros aceptamos lo que Cristo yo ha hecho por nosotros. Nosotros le RECIBIMOS a EL como nuestro Salvador.

Juan 6:28, 29: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” Dios y hizo la obra, y EL solamente nos pide que creamos en Cristo.

Filipenses 3:9: “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.” Nótese que dice: “hallado en Cristo”—y no en el Papa, en su iglesia, en su denominación, o en su propia filosofía. El creyente es hallado “en Cristo” no tratando de alcanzar el cielo por medio de su propia justicia, sino recibiendo la justicia de Cristo mediante la fe. Dios considera justo al creyente por medio de la fe propia del que cree, no por las obras que haya hecho (Romanos 4:5).

Al principio de este capítulo citamos Efesios. 2:8, 9. Ahora lo examinaremos parte por parte:

“Porque por gracia”: por la misericordia de Dios que nosotros no merecemos:

“sois salvos”: no instruidos, ni ayudados, sino “salvados”;

“por medio de la fe”: no por medio de la iglesia, ni mediante uno mis­mo o alguna otra cosa. Únicamente por medio de nuestra fe;

“y esto no de vosotros”: no es por lo que nosotros hagamos—no im­porta lo que sea;

“pues es don de Dios”: la salvación es un regalo y no se vende por ningún precio. Dios nunca podría rebajar la paga del pecado. El precio sería aún demasiado alto. No podemos comprar nuestra aceptación (1 Pedro 1:18, 19). Debemos aceptar la salvación como un regalo que Dios nos otorga, de lo contrario no podremos ob­tenerla;

“no por obras”: : esto no significa que Cristo Jesús ya hizo bastante y nosotros debemos ayudarle. “No por obras” significa lo que dice: ¡no por obras!

“para que nadie se gloríe”: Dios no quiere que en el cielo haya jactanciosos y, por tanto, no los habrá (1 Corintios 1:29). Toda la ala­banza será para el Señor Jesucristo.

Gálatas 3:22-26 nos dice: “Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.” Cada uno es pecador, mas Dios promete salvar a los que creen en Jesucristo y confían en EL.

V. 23 “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.” Antes de confiar en Cristo pensábamos que la salvación era mediante el cumplimiento de la ley, pero.

V. 24 “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” La ley nos demostró cuánto nos faltaba para alcanzar la marca de perfección, por tanto, vimos nuestra necesidad de tener a Cristo como Salvador.

V. 25”Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.” Cuando con-fiamos en Cristo por la fe, la ley había cumplido su propósito. La ley queda suprimida en lo que respecta a los Creyentes (ver 11 Corintios 3: 6-11).

V. 26: “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” Uno se convierte en un hijo de Dios por medio de la fe en Cristo, y EL se hace cargo de nosotros.

Romanos 5:1 declara: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Puesto que hemos confiado en Cristo, Dios nos ve justificados—”tal como si nunca hubiésemos pecado.” Dios ve la justicia de Cristo en vez de mirar nuestros pecados. Por consiguiente, tenemos paz con Dios. Cristo reconcilió a Dios con el creyente (ver Romanos 5:8-11).

Hechos 13:38, 39 dice: “Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.” Por medio de Cristo estamos justificados de todo—pasado, presente, y futuro. Esto es en extremo importante. ¡Jesu­cristo pagó por TODO!

Nosotros no podíamos ser justificados mediante el cumplimiento de la ley, (“Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él”... Romanos 3:20). No despreciemos la gracia de Dios. No rechacemos la gracia de Dios. Si pudiéramos salvarnos por nuestros esfuerzos la muerte de Cristo habría sido inútil. El Calvario hubiera sido una equivocación. “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). Volviendo al pasaje de Hechos 13:29, nótese que aquellos que están justificados de todas las cosas son los que creen.

PRESENTACION—Puesto que la gran mayoría de las personas que uno encuentra está tratando de alguna manera de “labrarse” el camino al cielo, podemos suponer que ellas no están confiando solamente en Cristo para la salvación. Mientras Ud. trate con dichas personas, será importante recordar que probablemente ellas nunca hayan REALMENTE entendido el evangelio. Muchas de las iglesias que se llaman “Cristianas” no exponen claramente el plan de la salvación, y algunas ni siquiera conocen lo que es el plan de la salvación para empezar.

¡Alabado sea Dios por lodos los predicadores creyentes r piadosos que constantemente perseveran en la Palabra de Dios!

Hay millones de personas en el mundo que están tan hastiadas de este tipo de Cristianismo falsificado que han oído toda su vida—desde la Es-cuela Dominical hasta el presente—que ni siquiera tienen el mínimo deseo de discutir de “religión.” Sea condescendiente con esas personas. Explíqueles que lo que Ud. quiere comunicarles no es una religión. Entonces expóngales el evangelio. Pero no corneta el error de in­sinuarles que son “torpes” de entendimiento, ni nada por el estilo. Recuerde que dichas personas no conocen la verdad.

(Algunas veces le será más fácil guiar al Señor a los que han rechaza-do lo que llamamos “religión” porque al menos ellos habrán reconocido que algo “no estaba bien” con respecto a lo que les enseñaban. Felicítelos por demostrar discernimiento. Siempre que pueda, exprese que está de acuerdo con las personas.)

Nuevamente, el punto de debate será entre “la gracia y las obras.” Hasta que el oyente vea que la muerte de Cristo pagó completamente por sus pecados, no estará dispuesto a confiar únicamente en dicho pago. Y eso es lógicamente natural.

Pero continúe mostrándole los textos bíblicos claves y hágale entender que eso es lo que Dios tiene que decir en cuanto a la salvación.

En ciertas ocasiones habrá personas que pondrán en tela de juicio su autoridad de hablar sobre asuntos de teología. Explíqueles a tales personas que no es una cuestión de la opinión de ellas contra la suya, puesto que Ud. les está mostrando lo que Dios ha dicho. EL es la autori­dad suprema. Al mismo tiempo, si Ud. está tratando con un verdadero intelectual, comente sobre la obvia inteligencia de dicha persona, y use esto como medio para su salvación. Mencione que con la inteligencia y capacidad intelectual que posee, él debiera darse cuenta de inmediato, que la única forma en que los pecadores pueden salvarse es de la manera que Dios lo explica en la Biblia.

Cuando una persona confía en Cristo como su Salvador, siempre es importante explicarle entonces a dicha persona, que ella puede saber que tiene vida eterna desde ese momento en adelante, lo cual es el último punto que explicaremos en este capítulo.

6. DOCTRINA — El creyente puede saber que tiene vida eterna ahora mismo, porque la vida eterna es eterna. “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Nótese que la dádiva (el regalo) de Dioses VIDA ETERNA — y no, “vida hasta que uno peque otra vez,” ni tampoco “vida hasta que reincidamos.”

También nótese que Juan 3:16 nos dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. “¿Cuánto dura la vida ETERNA? ¿Dura seis meses? ¿Diez años? ¿Comienza y se acaba? ¡NO! La vida eterna DURA POR SIEMPRE JA MAS! El don de Dios es la SALVAción ... no la PROBAción. El regalo que Dios nos da es la VIDA ETERNA ... y no la vida temporaria.

El verso de Juan 6:47 fue citado anteriormente para indicar que uno sólo necesita creer. Pero, ¿qué hace para el creyente eso de creer en Cristo? “De cierto, de cierto os digo: el que cree en mí, tiene vida eterna.” “TIENE vida eterna” está en tiempo presente. Si uno tiene VIDA ETERNA ahora mismo, está seguro para siempre. Uno no tiene que esperar hasta que muera para recibir la vida eterna. Uno recibe vida eterna al instante de confiar en Cristo como Salvador personal.

1 Juan 5:13 nos dice, “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Este pasaje está escrito y dirigido a cierta clase de gente—no a los ricos o pobres, americanos o africanos, judíos o gentiles, budistas o bautistas—sino a todos aquellos que creen en el nombre del Hijo de Dios. El nombre del Hijo de Dios es Jesús. Este nombre viene de la traducción al griego de las palabras hebreas, “Jehová Yashá,” y significa “el Dios eterno y auto-existente que salva y preserva.”

Aquellos que creen que Jesús es el Señor, y confían en EL para que los salve y los mantenga salvos, pueden SA BER que tienen VIDA ETERNA. El creyente no tiene que esperar, pensar, suponer, ni orar para recibirla. El creyente puede SABER que tiene vida eterna. Y CUANDO DIOS PROMETE QUE UNO PUEDE SABER QUE TIENE VIDA ETERNA, UNO PUEDE CONTAR CON ELLA, POR-QUE DIOS NO PUEDE MENTIR (Tito 1:2).

PRESENTACION—Después que Ud. haya explicado lo que signi­fica el nombre de “Jesús.” pregunte al oyente, “¿Está esto escrito para Ud.? ¿Cree Ud. en el nombre del Hijo de Dios?” Una vez que la persona realmente reciba a Cristo como su Salvador, no le será difícil darse cuenta que ahora tiene vida eterna. El Cielo es la superlativa herencia de los hijos de Dios, y sería una verdadera tragedia que el Cristiano no tuviera la completa confianza de saber que irá al cielo cuando muera.

Aquellos que no saben que son realmente salvos para siempre, generalmente ni siquiera son salvos. La primera sección del Capítulo Dos explica cómo tratar con una persona que carece de la seguridad de la salvación.

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En la página siguiente presentamos una lista de los versos bíblicos sobre la salvación, que le serán de gran utilidad, y que recomendamos tratar de memorizarlos. Ud. deberá esforzarse por aprender de memoria la mayoría de dichos versos, de manera que le permita citados y repetirlos sin ninguna dificultad. Aprenda a conocer la cita bíblica de los mismos para que pueda encontrarlos en seguida. Son muchas las razones por las cuales debemos conocer estos versos de memoria. He aquí las más importantes:

(1) Ud. puede hacer que el oyente lea el verso en su Biblia al mismo tiempo que Ud. observa los ojos y las expresiones del mismo. Eso le ayudará a conocer la reacción de dicha persona para continuar testifi­cándole.

(2) Quizá Ud. no tenga su Biblia consigo cuando se le presente una oportunidad de testificar, por lo que tendrá que citar los versos de memoria.

(3) El conocer bien las Escrituras le dará confianza mientras testifica. La Palabra de Dios es lo que el Espíritu Santo bendice. Cuando Ud. esté bien familiarizado con las Escrituras, se asombrará de cómo el Espíritu Santo traerá a su mente aquellos versos que son justamente los ade­cuados para la necesidad espiritual del oyente.

VERSOS PARA APRENDER DE MEMORIA CORRESPON­DIENTES AL CAPITULO UNO.

*Romanos 3:23

Isaías 64:6

*Romanos 6:23

Efesios 2:1

II Pedro 3:13

Apocalipsis 21:27

1 Juan 3:2

*Efesios 2:8, 9

*Romanos 4:5

*Gálatas 2:16

*Romanos 3:28

Romanos 11:6

*11 Corintios5:21

*Isaías 53:6

1 Pedro 3:18

1 Pedro 2:24

Tito 2: 14

Hebreos 10:10,

14 Marcos 10:45

*Juan 3:16

*Juan 6:47

*Juan 1:12

Juan 6:28, 29

*Filipenses 3:9

Gálatas 3:22-26

Romanos 5:8-1 1

*Hechos 13:38, 39

*I Juan 5:10-13

Tito 1:2

Nota: Si Ud. no está acostumbrado a memorizar versos de la Escrituras le recomendamos empezar con los versos marcados con asterisco (*).


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