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PRÓLOGO

Este libro le pone a su disposición métodos prácticos, claros y efec­tivos para alcanzar de una manera amorosa a personas para el Señor Jesucristo.

Se le suplirán respuestas para preguntas difíciles formuladas por los ateístas, agnósticos, religiones, y sectas y cómo detectar la verdad de la falsa doctrina.

Usted tendrá pruebas que la creación es una realidad científica y que la teoría de la evolución es una falsedad.

Le suplerá el conocimiento para ofrecer confortamiento y seguridad a los creyentes, de que ellos pueden ser salvos eternamente, y que Dios nunca permitirá que ellos se pierdan.

Este libro es dedicado a todas esas personas que aman a otras per­sonas, y que no decean que estas acaben en el infierno.

Procura con diligencia presentarte á Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad. II Timoteo 2:15

El manual de Evangelismo Personal es el fruto de muchas años de estudio, y efectiva y activa evangelización por el Dr. A. Ray Stanford, fundador Christian Youth Ranches, Grove Community Church y el Florida Bible College, Premiado Distinguished Flying Cross y dos veces las medallas Flying Cross y Air Medal, durante la segunda Guerra Mundial, como piloto.

Este libro fue escrito con la ayuda de la Sra. Carol Streib y el Dr. Richard Seymour.

El autor expresa su gratitud por revisar y corregir los manuscritos originales a la Sra. Ann Patterson, la Sra. Connie Michell y el Sr. Marlon Blanco.


INTRODUCCION

EXISTE LA URGENTE NECESIDAD DE QUE HOMBRES Y MUJERES CRISTIANOS SE DEDIQUEN A LA IMPORTANTISIMA TAREA DE CONVERTIRSE EN ESPECIALISTAS EN GANAR ALMAS.

Manteniendo la Sencillez

Este libro se ha escrito para guiar al Cristiano en su testimonio personal, para que pueda presentar el plan de la salvación en forma clara y simple, de manera que los perdidos puedan entenderlo. Para lograr sencillez en la presentación del evangelio se requiere mucha concentración, mucho esfuerzo y mucha práctica. El mensaje debe ser comunicado usando palabras que la gente pueda entender.

Un médico no podría comunicarse con la mayoría de sus pacientes mediante el uso de terminología medica. Lo que el médico tenga que decir quizás sea cierto, pero la mayoría de los pacientes no comprendería el significado. En II Corintios 3:12, las Escrituras nos dicen, “Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza,” y en 1 Corintios 14:8, 9, “Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.”

La comunicación se hace con las palabras, y las mismas tienen que estar a nivel del entendimiento del oyente. Cristo dijo, “Apacienta mis ovejas,” y no “Apacienta mis jirafas.”

A medida que nos preparamos para alcanzar a las personas para el Señor, debemos pensar constantemente de qué manera los perdidos oirán nuestras palabras. Recuerde que la persona corriente no puede citar dos versículos bíbli­cos de memoria. Sería una gran injusticia para los perdidos, que hablemos usando términos eclesiásticos que, aunque sean muy preciados para nosotros, no lleven el significado apropiado a los que no son salvos... lo cual frustraría totalmente nuestro propósito en testificarles.

Muchas personas confiesan que antes de ser salvas, a pesar de que asistían a la iglesia con regularidad y que escuchaban al predicador usar términos tales como “nacer otra vez,” “redención.” “justificación,” y “propiciación,” etc., no entendían que Cristo ya había pagado el precio de todos sus pecados en la cruz. Simplemente no comprendían el mensaje del evangelio.

Es un verdadero crimen impedir que nuestros oyentes vengan al conocí, miento del Señor como Salvador sólo porque sintamos deseos de exhibir nuestro “abundante vocabulario idiomático.” Algunos podrán pensar que un predicador no es “educado” porque no usa palabras que los oyentes no pueden entender. Pasan por alto completamente el hecho de que para hacer que algo sea comprensible se requiere mucha inteligencia, medi­tación, o trabajo. A medida que Ud. se esfuerce por hacer que el mensaje sea claro, descubrirá que la “sencillez” no es cosa simple... pero la misma aumentará en mucho los frutos de su ministerio.

¿Por qué debemos testificar?

1. LA NECESIDAD: Dios es real. El cielo es real. El infierno es real. La Bi­blia es la Palabra de Dios y nos dice que todos aquellos que no hayan recibido a Cristo Jesús como Salvador personal pasarán la eternidad en el infierno

…separados de Dios, en tormento consciente (Lucas 16:23-26 y Juan 3:18).

El conocer el terrible destino de los inconversos debiera motivar a cualquier creyente que tenga un poco de compasión, a explicarles el plan de la salvación. Pablo dijo, “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (I1 Corintios 5:11). No entiendo cómo cualquier Cristiano, que sabe realmente que irá al Cielo cuando muera, puede ser tan egoísta como para privar a los perdidos de que se enteren de la mejor noticia del mundo, cuando tan desesperadamente necesitan a Cristo como Salvador. Es lo mismo que contemplar cómo se incendia un edificio y no advertir a los desapercibidos ocupantes del gran peligro que ellos corren. Pararse cerca del edificio y contemplar cómo se quema, dejando que sus ocupantes mueran en las llamas, sería un pecado extremadamente grave.

En cierta ocasión, una señora me dijo: “Yo solía tener una verdadera carga por las almas perdidas, pero he aprendido a no permitir que me moleste más, y ahora simplemente no pienso más en ello.” Esta persona es una activa obrera en una iglesia y sus amigos Cristianos piensan bien de ella. ¿Cree Ud. que Dios piensa bien de ella?

Yo estoy convencido de que cuando comparezcamos ante el Señor Jesu­cristo, cada Cristiano va a desear que el tiempo retroceda, para comenzar a testificar como debería haberlo hecho cuando estaba en. la tierra, porque recién entonces se dará cuenta realmente de la necesidad que las almas tienen de Cristo como su Salvador. Ahora es el momento de testificar. Después será demasiado tarde.

2. EL MANDAMIENTO DIVINO: Dios le ha dado a cada Cristiano una tarea, un mandamiento, una responsabilidad. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Usted puede obedecer el manda-miento de Dios — y también puede desobedecerlo. Pero las ordenes que se le han dado siguen siendo que TESTIFIQUE.

Recuerde que testificar es un mandamiento de Dios. No hace falta que nos sintamos guiados a testificar. Dios se ocupa de guiar a un campo de servicio par­ticular, a los que ya están obedeciendo SU mandamiento. Debemos obedecer el mandamiento que Dios nos da en las Escrituras: “¡ID!” Cuando el semáforo de tráfico tiene la luz verde encendida, para indicarnos que sigamos la marcha, nosotros no detenemos el automóvil. . .

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo... QUE PREDIQUES LA PALABRA; que instes a tiempo y fuera de tiempo. . .” (II Timoteo 4:1,2). “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; por-que mees impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (I Corin­tios 9:16). Consideremos el caso de un padre que le dice a su hijo que vaya a cortar el césped, y el hijo le responde, “No me siento guiado a hacerlo... más bien, voy a mirar televisión... pero, alabado sea tu nombre, padre mío, dime cuál es tu voluntad para mí.” Si mi hijo me dijera eso, yo le diría de nuevo, “¡Quiero que vayas a cortar el césped!” Y si después de esto, mi hijo aún no me obedeciera, yo podría asegurarle que en muy poco tiempo él se convertiría en un “experto en cortar el césped.”

Debemos comunicar el evangelio cuando nos sentimos con deseos, y asimismo cuando no nos sentimos con muchos deseos de hacerlo. Estamos en una batalla por las almas de los hombres. Los soldados que están en el campo de batalla no pueden dejar de luchar sólo porque no quieran hacerlo. Dios nos ha escogido como soldados para EL. El mundo ya está lleno de “opositores concientes.” Y Dios está buscando tropas leales para el frente de batalla — soldados que con sinceridad se entreguen de lleno para llevar a cabo la tarea que tenemos por delante... con denuedo comunicando a otros las buenas nuevas de salvación.

3. NUESTRO PRIVILEGIO: Dios podría haber escogido ángeles para llevar el mensaje de salvación — pero no lo hizo. Dios le dio a cada Cristiano el privilegio y la responsabilidad de ser el portador del evangelio. “Sino que según fuimos probados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros cora­zones” (I Tesalonicenses 2:4). “Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y NOS ENCARGO A NOSOTROS la palabra de la reconciliación” (II Corintios 5:19).

Puesto que Dios nos ha amado lo suficiente como para pagar por nuestros pecados y darnos la vida. eterna, ciertamente no nos avergonzaremos del evangelio. Romanos 10:17 nos dice que “la fe es por el oir, y el oir, por la Palabra de Dios.” La gente se salva cuando oye el evangelio. “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).

Ningún Cristiano puede alegar falta de habilidad para testificar, culpando a Dios por ello, porque las últimas palabras de Cristo Jesús aquí en la tierra fueron “Porque recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Como Cristianos, nosotros tenemos ya el poder, pero a veces, aparentemente no queremos hacer uso de dicho poder. No existe gozo más grande que el de guiar una persona a Cristo Jesús. Esto es uno de los frutos que Dios promete a los que le obedecen. Además de la tranquilidad mental que viene de saber que estamos haciendo lo que nuestro Señor y Salvador nos ha encomendado, Dios también promete recompensar más tarde al que gana almas (ver Proverbios 11:30; Daniel 12:3; I Tesalonicenses 2:19).

***

Ningún libro que los hombres pudieran jamás escribir podría despertar en Ud. el deseo de testificar. Sólo el gran amor de Dios puede constreñirlo a que lo haga (II Corintios 5:14). La salvación es voluntaria... Ud. tuvo que DECIDIR en aceptar a Cristo corno su Salvador. El servicio también es voluntario… Usted debe DECIDIR si es que la salvación de las almas vale la pena que Ud. discipline su vida con el fin de ganarlas para el Señor.

Nuestra oración es... que este Manual le proporcione la sugerencias concretas y prácticas que le ayuden para que pronto sepa COMO testificar eficazmente.

“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).






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